Sólo un uno por cien de todos los jugadores que están
en las escuelas de fútbol llegarán a ser profesionales; un porcentaje muy bajo
que debe hacernos reflexionar sobre las prioridades en la etapa de formación.
Para ese noventa y nueve por cien que no llegará a
ser profesional, la prioridad en esta etapa debe ser la adquisición de hábitos
saludables, valores positivos, el aprendizaje y mejora de sus cualidades, pero
sobre todo la diversión y el disfrute.
Ahora bien, ¿qué hacemos con ese uno por cien que
desde muy pequeño ya está destacando y parece “destinado” a poder triunfar en
el deporte?
Es por ello, que todos estos jugadores son una población de riesgo, sobre todo a nivel
emocional, ya que van a estar sometidos a muchas expectativas externas con
la presión que eso conlleva. Si no hay una buena gestión de esta situación, lo
primero que puede pasar es que nunca lleguen a triunfar, y lo segundo y más
grave, que pueda derivar en diferentes psicopatologías.
Para enfocar de forma positiva esta evolución, os
propongo los siguientes consejos:
1. Entender
primero que antes que futbolista es niño y quiere pasárselo bien.
2. Controlar
nuestras expectativas hacia ellos; evitar que sientan que tienen alguna
responsabilidad más allá que la de aprender y jugar.
3. Sin
prisa para cambiarlo de club, no hace falta acelerar el proceso. En ese club
tiene amigos, y si está cómodo allí, todavía puede continuar.
4. Dentro
de ese club o si ya ha salido a otro mejor, puede ir buscando retos mayores
como entrenar o jugar con algún equipo de categoría superior. De esta manera,
empezará a exigirse más y evitará el acomodamiento.
5. La
frustración por el fallo o por no conseguir siempre lo que se propone debe convertirse
en algo que pueda ser capaz de tolerar y también en parte de su aprendizaje,
pues le puede hacer mejorar.
6. Enseñarle
la importancia del compromiso en el deporte; una vez te comprometes a algo,
debes cumplir con ello.
7. Valorarle
el éxito en su esfuerzo y en cómo hace las cosas, por encima del resultado que
obtenga.
8. A
medida que vaya creciendo, evitar la sobreprotección otorgándole más
responsabilidades (siempre en aspectos que dependan de uno mismo) y ayudándole
a poder enfocar las amenazas como retos.
9. Este
proceso es largo, pero el mensaje debe tener una continuidad en el tiempo y una
coherencia entre padre/madre y entrenador.
Nosotros, los
psicólogos deportivos, podemos ayudar a que todos esos jugadores que se pierden
por el camino por no tener los recursos emocionales adecuados, puedan ser cada
vez menos, a través tanto del trabajo individual con esos deportistas, como con
los padres y entrenadores en forma de asesoramiento.
Pero sobre
todo, podemos ayudar a crear un clima mucho más saludable en todo el contexto
deportivo que afortunadamente cada vez es más amplio y es donde conviven miles
de niños en un momento clave de su educación.
¡Empecemos
a poner de nuestra parte para que el deporte consiga ser siempre algo positivo
para nuestros pequeños deportistas!
No hay comentarios :
Publicar un comentario