El abuso es la acción o el efecto de abusar, es
decir, hacer un uso excesivo, impropio o indebido de algo o alguien. Cuando
hablamos del uso de las redes sociales en los últimos tiempos, además de ver
que no estamos haciendo un uso funcional de estos servicios, podemos observar
que cada vez más, se están convirtiendo en elementos perturbadores y
facilitadores de una sociedad cada vez más patologizada.
Las redes sociales ayudan a mantener un contacto
inmediato con el resto del mundo, a conocer que hace la gente en cada momento y
del mismo modo, te expone a ti mismo ante los demás. Un uso adecuado de estos
servicios puede ser una gran ayuda, incluso para la promoción de tu negocio, sin
embargo, estas ventajas también pueden, y de hecho ya se han convertido, en un
arma de doble filo, ya que el abuso de las mismas está provocando unas
consecuencias psicológicas (a nivel individual y colectivo) muy negativas en la
gran mayoría de la sociedad.
CAUSAS
Y CONSECUENCIAS DE LA DISTORSIÓN EN EL USO DE LAS REDES SOCIALES:
1. Vivimos en una sociedad cada vez más narcisista, es decir, cada vez más centrada
en los intereses individuales y en el “yo” por encima del “nosotros”. Sólo
importa quedar por encima de los demás para que mi ego pueda saciar esa
carencia afectiva primaria.
2. En contraposición al primer punto, el abuso de las
múltiples redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat… también
nos habla de una importante falta de
autoestima. Los cánones de belleza o la necesidad patológica de alcanzar la
perfección, provocan que nos valoremos peor a nosotros mismos.
Cuando esto ocurre, necesitamos que ese afecto, esa
valoración o aprobación, en lugar de encontrarla de forma interior, la vayamos
a buscar en los demás en forma de “me gustas”, visualizaciones, comentarios
etc.
3. Las formas de relación
interpersonal también están cambiando, y mucho. Si antes existía una
comunicación más directa, más humana o más personal, ahora nos encontramos ante
una relación digital, distorsionada y fría.
Nos escudamos en la pantalla para no enfrentarnos a
la realidad, con todo lo que ello puede conllevar: personas esperando una
respuesta que no llega, imaginarios, pensamientos obsesivos y recurrentes,
necesidad de control y en definitiva, preocupaciones y problemas innecesarios
que te privan de disfrutar de las cosas que realmente importan y están pasando
a tu alrededor.
4. Todo lo anterior nos acerca a una insatisfacción permanente. Nada de lo
que hagas va a ser nunca suficiente, porque comparas con los demás y siempre te
falta algo, no eres lo suficientemente feliz como las otras personas (que
curiosamente siempre suben a las redes momentos buenos y alegres). Esas
comparaciones generan ansiedad, infelicidad y sobre todo, perder de vista tu
vida.
Ahora
bien, ante esta problemática ¿qué podemos hacer?
Resulta muy complicado poner freno a este avance
frenético de esta forma de vida y de relación. Sin embargo, tenemos que
fomentar:
1. El
“darse cuenta”: Darse cuenta de
cuando estoy subiendo una foto para complacer a ese ego interno que necesita
ser mejor que los demás o para recibir afectos y “me gustas” externos y de
gente, que realmente no te va a aportar nada.
Darse cuenta también, cuando subo una historia porque
me siento solo/a, o darse cuenta de cómo puedo estar distorsionando una
relación o una conversación a través del WhatsApp y lo mal que lo puede estar
pasando la otra persona en muchos casos.
2. El “aquí
y el ahora”: En esta condición es
imprescindible la aceptación. La aceptación de tu vida, de tus condiciones, de
tu entorno, para no compararte con los demás y poder vivir de forma plena.
Además, el “aquí y el ahora” también supone vivir más
el momento. Estar “aquí y ahora” cuando estás comiéndote una rica hamburguesa,
cuando estás en una playa disfrutando del sol o cuando simplemente estás
abrazando a esa persona que tanto quieres. Sin necesidad de mostrarlo al resto
del mundo porque al final te lo estás perdiendo. Esos momentos ya no
vuelven, aprovecharlos y exprimirlos intensamente es la forma más fácil y
rápida de empezar a ser feliz.
Prueba a cerrar el
ordenador, a bloquear el móvil y a mirar a los ojos a la vida.
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