“Cuando tú no sabes por qué has perdido
y si vuelves atrás lo volverías a hacer igual es porque vas por el buen camino.” - Fernando Torres
El mundo del deporte y de la empresa, aunque aparentemente
sean dos mundos lejanos, comparten muchas similitudes y una fuerte relación
bidireccional. Pues al final, el fin, es el mismo: tener éxito.
El éxito puede entenderse de muchas maneras: tener
dinero, superar a tu competencia, tener un cargo importante o bien, conseguir
tus metas y superarte a ti mismo. Y cualquier fin, sea el que sea, normalmente nos
hace olvidarnos del camino pues queremos conseguirlo todo cuanto más rápido y
antes mejor, en lugar de centrarnos en aquello que está en nuestra mano para
conseguirlo y en aquello que realmente nos hace disfrutar.
Queremos tener éxito a toda costa, olvidando que el éxito se construye, se provoca y requiere
de un proceso de crecimiento interno donde caerás, te levantarás,
aprenderás y seguirás adelante con más convicción todavía. En esto y en lo que
vamos a detallar a continuación, es en lo que el deporte y sus valores puede
ayudar al mundo del emprendimiento y la empresa.
“Ganar nunca puede ser el objetivo,
porque no sólo depende de ti, ganar es el premio ante un trabajo bien hecho.”
1.
Nosotros vs. yo:
Si algo nos enseña el deporte, es que el éxito y el
fracaso, depende de la suma de los esfuerzos de todos los integrantes del
equipo. El primer paso para garantizar un buen funcionamiento será anteponer el
pensamiento del nosotros sobre el yo y crear sinergias positivas entre las
personas que forman el equipo para potenciar la cohesión interna.
2.
Gestión del fracaso:
El segundo gran punto es el FRACASO, y si, es
importante resaltarlo porque es fundamental en todo el proceso. La exposición
al fracaso, nos ayuda a aprender de los errores, a levantarnos cuando nos hemos
caído y a seguir adelante. Ayuda a tolerar la frustración y a ser mentalmente
más fuerte ante las adversidades.
3.
Establecimiento óptimo de objetivos:
Este punto, tiene mucha relación con el anterior, y
es que, en muchos casos, fracasar no significa perder y perder no significa
fracasar. Si esto fuera así, nuestra moral caería estrepitosamente en cada
derrota, porque ganar o perder no depende exclusivamente de uno mismo.
Es por ello, que debemos marcarnos siempre unos
objetivos que dependan de nosotros mismos, que sean realistas, alcanzables y que
se puedan medir y valorar a lo largo del tiempo.
Estos objetivos centrarán nuestra atención y
supondrán una fuente muy potente de motivación. Serán un reto continuo y
superarlo estará en nuestras manos.
4.
Generar un clima de confianza y tranquilidad:
Adaptar los objetivos a nuestras posibilidades para
poder conseguirlos, no sólo aumentará nuestra motivación sino también nuestra
confianza pues tendremos motivos para creer.
Por otro lado, el deporte también nos enseña algo muy
importante y es que somos vulnerables, que podemos perder y que nos pueden
superar. Ser capaces de aceptar y tolerar esto nos permitirá romper falsas
expectativas, reducir el nivel de ansiedad, de miedo ante lo desconocido y
sobre todo, nos mantendrá en alerta de forma constante.
5.
Partido a partido:
Como decíamos en la introducción, el éxito sólo es el
fin. Pero mientras eso llega, debes centrarte en aprender de todo el proceso,
en superarte día a día y en provocar que las cosas pasen. Olvídate de la
clasificación, de los rivales y dedícate única y exclusivamente a que cada día,
cada semana, cada mes y cada partido, tú y tu equipo o tu empresa seáis mejores
que el anterior.
El trabajo bien hecho, el esfuerzo, la convicción y
la perseverancia, nos conducirá al éxito, pero mientras hay que saber dibujar y
disfrutar el camino.
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