“Más rápido,
más alto, más fuerte”, lema de las
Olimpiadas que lleva implícito un ideal de superación, que entendido de forma
óptima puede derivar en la búsqueda de un crecimiento personal y deportivo,
pero que llevado al extremo, puede convertirse en un elemento altamente
disfuncional.
Este vídeo es un claro ejemplo de hasta dónde podemos
llegar por contentar a ese ego que va creciendo en nuestro interior, un ego que
nunca se conforma, y lo más peligroso, que a pesar de todos los éxitos nunca está
satisfecho y siempre quiere más y más. Nos hablaba el psicólogo Nathaniel
Branden del síndrome de “nada es
suficiente”, de esa incapacidad de estar satisfechos con lo que tenemos o
con quiénes somos.
No se trata de conformarnos, sino de encontrar un punto
óptimo entre expectativas y realidad que satisfaga nuestras aspiraciones (con
un componente de reto y exigencia), pero que a la vez, pueda ser resuelto y
nuestra autoestima se beneficie de ello.
Un punto, sobre todo, que nos permita apreciar el éxito, con los dos significados de la
palabra:
1. Estar agradecido (lo opuesto a dar algo por
supuesto) y poder disfrutarlo.
2. Aumentar en valor (igual que se aprecia el dinero
en el banco).
Combinados, estos dos significados apuntan a una
verdad que ha sido repetidamente demostrada: cuando apreciamos lo bueno que tenemos,
lo bueno aumenta y tenemos más de ello.
Con todo esto, estaremos luchando contra ese “más y
más”, contra esa perfección llevada al extremo. ¿Pero qué elementos definen ese
carácter?
1. No entender el fracaso como una parte del proceso.
El camino difícilmente sigue siempre en una línea recta.
2. La concentración excesiva en conseguir el
objetivo, acaba privando de disfrutar consiguiéndolo.
3. Debido a la mentalidad del todo o nada, percibir
la crítica como algo potencialmente catastrófico. Aquí, convergen dos
mecanismos que llevan a adoptar esta posición defensiva: el deseo de recibir
evaluaciones positivas y el deseo de autoafirmación personal.
4. En busca de defectos: la obsesión por los “peros”
hace que se concentre toda la atención en la parte vacía del vaso.
5. Dureza con uno mismo y los demás ante los fallos.
6. Rigidez; sólo existe un camino para llegar a la
meta.
Como vemos, lo que socialmente (a menudo) está tan
bien considerado, llevado al extremo puede derivar en una insatisfacción
constante, frustración, baja autoestima y mucho estrés.
Evitemos que la ambición, la exigencia y la superación,
puedan llegar a convertirse en una obsesión que controle y condicione nuestras
vidas. Estamos a tiempo de darnos cuenta de ello y tratar de luchar contra ese
ego insaciable.
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