“Si tus acciones inspiran a otros a
soñar más, aprender más, hacer más y a ser mejores, entonces eres un líder.” - Jack
Welch
Todavía recuerdo el
primer día en el que entré en un vestuario como entrenador. Esos nervios
propios por la incertidumbre de enfrentarte a algo nuevo, mezclados con una
ilusión inmensa por poder empezar a dirigirme a esos jugadores que a partir de
ese momento iba a tener la responsabilidad de mejorar.
Liderar, para mí, es
contagiar, inspirar, provocar, motivar para crecer, pero sobre todo,
transmitir. Y esto, sólo es posible si se hace desde el corazón y desde la
pasión que te provoca tu trabajo y tu misión.
En este sentido,
podrían hacerse muchas clasificaciones entre los distintos tipos de líderes,
pero la que más me gusta es la siguiente:
Líder con corazón
Es un generador de sueños, un líder “humano” que
entiende que tiene a su cargo personas y no máquinas. Es capaz de empatizar con
ellos y ofrecer soluciones antes que imponer decisiones.
Liderar con corazón, es además transmitir tu
pasión, ser ejemplo y que esto provoque en tu entorno ganas de mejorar y de crecer.
De esta manera, el grupo se va cohesionando y se va auto determinando a través
de sus propios valores, metas y motivaciones.
Líder sin corazón
El líder sin corazón trata de imponer sus reglas,
no tolera errores y suele motivar más transmitiendo el miedo que la ilusión. Puede
ser un buen líder a corto plazo, pero un líder que genera conflictos y que
suele deteriorar bastante al grupo.
Aunque nos podamos
inclinar más por un modelo que por otro, toca bajar al campo y empezar a
“ensuciarte las botas” para darte cuenta de que la realidad es mucho más
compleja que todo eso.
Si los resultados van
bien, siempre tienes apoyo y un clima positivo en tu entorno, pero si empiezan
a ir mal, las cosas se complican, empiezan las dudas y todo aquello por lo que
antes se te valoraba empieza a volverse en tu contra.
Es en estos momentos
de mayor soledad, cuando más tienes que auto reafirmar tus ideas, tu
personalidad y recordar esa ilusión que tuviste el primer día para no dejar de
poner pasión en todo aquello que haces. Así, lograremos anteponernos a las
adversidades encontrando las oportunidades que harán que crezcamos tanto
nosotros como el equipo.
Es importante trabajar
en equipo, es decir, generar un clima en tu cuerpo de trabajo que te ayude y te
sustente en esos momentos de debilidad.
Ganar
nunca puede ser un objetivo pero si la recompensa de un trabajo bien hecho, y
ahí es donde nosotros tenemos mucho que decir.
No hay comentarios :
Publicar un comentario