La palabra depresión
tiene por sinónimo el decaimiento
e ilustra un estado de abatimiento moral y físico relacionado con el deterioro
del humor.
Es una enfermedad que existe desde la antigüedad, ya
que el propio Hipócrates (siglo V a. C.) la identificaba como la tristeza y la
aflicción que persiste en el tiempo y que indica un estado de melancolía.
Aunque es actualmente cuando más incidencia está teniendo.
Las nuevas tecnologías, el ritmo tan ajetreado de la
sociedad, la cada vez mayor impersonalidad de las relaciones humanas y sobre
todo, la falta de contacto en la crianza, son algunos de los factores más
importantes para que la depresión, hoy en día, afecte a unos cien millones de
personas en el mundo y a un 5-6% de la población española.
¿CÓMO
RECONOCER A UNA PERSONA DEPRIMIDA?
Aunque la depresión sea una de las enfermedades más
reconocidas en el ámbito médico y social, todavía existen dudas a la hora de
identificar a una persona que padece depresión.
Los síntomas
más frecuentes son:
*Cambios en la apariencia física: un cuerpo con poco movimiento, voz baja, lenta y monótona,
un rostro fijo y con poca expresión...
*Tristeza:
ideas negativas, apatía, nostalgia por el pasado…
*Aumento de la fatiga: pérdida importante del vigor, de la motivación por
realizar cualquier actividad y sobre todo, por las mañanas un sentimiento de no
poder levantarse de la cama.
*Modificaciones en el carácter: no se observa en la persona su carácter habitual
sino un carácter más exacerbado, con mayor irritabilidad e incluso una acentuada
inestabilidad emocional; provocada, sobre todo, por sentimientos de
infravaloración e insatisfacción personal.
*Trastornos del sueño, trastornos digestivos y
dolores: las personas con depresión
tienen alterado el sueño. La mayoría, no puede o le cuesta mucho dormir y para aquel
que lo consigue, ese sueño no es reparador. Además, pierden el apetito y muchas
veces por ello disminuyen significativamente su peso (puede estar asociado a
muchas anorexias).
Y por último, esta enfermedad también deriva en
múltiples dolores físicos a nivel intestinal y sobre todo, en cefaleas y
dolores de cabeza.
¿CÚALES
SON LAS CAUSAS DE LA DEPRESIÓN?
Existen múltiples teorías que explican las causas de
la depresión, y sobre todo el origen, en función de las corrientes psicológicas
que sigamos. Sin embargo, lo que está claro, es que la depresión surge por un
sentimiento de pérdida.
Por un lado, la pérdida real o física en forma de
ruptura sentimental, fallecimiento de un ser querido, pérdida del trabajo etc. Y
por otro lado, la pérdida subjetiva o del “yo”, que se relaciona con una fuerte
insatisfacción personal y caracterial o con la frustración derivada de la
percepción de no tener el control sobre los acontecimientos de su vida (teoría
de la indefensión aprendida).
Además, como causas concretas y precipitantes de la
depresión, podemos encontrar: los factores hormonales (más frecuentes en
adolescentes), la depresión post-parto que se da en las mujeres o la
consecuencia directa de otra enfermedad psíquica como las adicciones, la
esquizofrenia o determinados tipos de neurosis.
Si bien es cierto que estas son las causas que pueden
dar origen a los síntomas de la depresión, hemos de considerar que también existen
factores y causas que predisponen a que una persona pueda padecer depresión
antes que otra.
Estas causas, se encuentran en el tipo de crianza y
los factores primarios de la vida del niño (embarazo, parto y lactancia). Un
embarazo sano y una crianza “ecológica” (término de la ecología de los sistemas
humanos de X.Serrano) basada en el
contacto, la “mirada” y el respeto de todas las necesidades evolutivas del
niño, asegurarán un desarrollo caracterial mucho más preparado para afrontar
cualquier eventualidad de las citadas anteriormente.
¿CÓMO
ACTUAR ANTE LA DEPRESIÓN?
El deprimido se siente responsable de lo que cree ser
una simple falta de voluntad. Así pues, considera que puede salir él solo de
esa situación y suele rehusar la búsqueda de ayuda profesional.
Y es que, a pesar de que ésta sea una de las
enfermedades mentales más “aceptadas” socialmente, todavía existe mucho miedo a
la opinión pública.
Es por ello, que los familiares, amigos y personas
cercanas que puedan identificar este tipo de trastorno en alguien conocido,
pueden ser los que faciliten que esta persona pueda empezar a reconocer su
problema y aceptar recibir ayuda externa para revertir su difícil situación
emocional que limita su vida.
Las dos vías de tratamiento
son:
1. Médicos o psiquiatras:
Utilizan medicamentos (fundamentalmente
antidepresivos) como tratamiento. Estos medicamentos provocan mejoras a corto
plazo y son efectivos para depresiones muy profundas. Sin embargo, estas
personas siguen estando con un alto grado de predisposición a recaídas porque
no ataca la causa, sino exclusivamente el síntoma. Además, tienen múltiples
efectos secundarios.
2. Psicólogos y psicoterapeutas:
En este caso, la medicación puede ser un elemento
complementario, pero el grueso del tratamiento se centra en una psicoterapia
(que variará en función del profesional con el que se trabaje) cuyos objetivos
principales son: el cambio de visión de la persona deprimida y ayudar a
reajustar sus sistemas vitales.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), la
salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social.
La depresión es uno de los trastornos más comunes que
altera el bienestar mental y por eso es importante una prevención primaria. Si
aún así esto no ha sido posible, deberemos buscar un tratamiento lo antes
posible para evitar la cronificación de los síntomas, a través de un
profesional de la salud.
Si estás en esta situación o conoces a
alguien que lo esté, no lo dudes y actúa para ponerle fin.
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