PIENSO, LUEGO COMPITO

13 oct 2016

 Las personas no se alteran por los hechos, sino por lo que piensan acerca de los hechos” 
- Epicteto.

¿Cuántas veces pensar de forma errónea nos ha llevado a situaciones indeseables? El pensamiento puede ejercer un gran poder sobre nosotros, porque según como pensemos e interpretemos los hechos, actuaremos de una forma u otra. Ahora bien, para poder continuar, primero debemos entender qué es el pensamiento.

¿QUÉ ES EL PENSAMIENTO?

El pensamiento implica una actividad global del sistema cognitivo con la intervención de los mecanismos de memoria, atención, procesos de comprensión, aprendizaje, etc.

Es una experiencia interna e intrasubjetiva que tiene una serie de características particulares que lo diferencian de otros procesos, como por ejemplo, que no necesita de la presencia de las cosas para que éstas existan o la más importante, su función de resolver problemas y razonar.

Además, nuestros pensamientos nos hacen únicos. Cada persona piensa de forma particular porque ha vivido en contextos diferentes y éstos le han condicionado para crear unas formas de interpretación de los hechos y de la realidad.

EL PENSAMIENTO EN EL DEPORTE

Aplicado al deporte, el pensamiento, condicionará como interpreta cada deportista una situación concreta y como consecuencia, determinará también la respuesta que tenga y su rendimiento en la competición.

Por ejemplo, pongamos el caso de un jugador de baloncesto que se pone nervioso ante los tiros libres. Este jugador puede haber fallado en alguna ocasión importante un tiro libre y ahora, su pensamiento se centra en ese momento puntual y le condiciona la forma que tiene de ver la situación actual. Esto le provoca miedo y nervios por si vuelve a fallar y como resultado, una evidente peor ejecución.

IDEAS IRRACIONALES Y POSIBLE INTERVENCIÓN

Este es un claro ejemplo de lo que Albert Ellis (uno de los psicólogos fundadores del cognitivismo) denominó “las ideas irracionales”.

Son irracionales porque tienen su origen en una percepción subjetiva y sus distorsiones más frecuentes son:

1. Debería/debo: transformación de decisiones, preferencias o deseos en normas rígidas.
Por ejemplo: debo mantener siempre la calma; debería anotar todos los tiros libres para ser un buen jugador.

2. Sobregeneralización: extraer una conclusión generalizada y absoluta a partir de un único incidente o evidencia.
Por ejemplo: siempre pasa lo mismo; nunca consigo hacer gol; nadie confía en mí; todos son mejores que yo.

3. Magnificación/minimización: utilización de exageraciones y/o depreciaciones en la evaluación de sí mismo o de otros.
Por ejemplo: no tiene mérito, fue de casualidad; cualquiera puede hacerlo mejor que yo; por mi culpa perdimos el partido.

La hipótesis sobre la cual gira esta teoría es que no son los acontecimientos los que nos generan los estados emocionales, sino la manera de interpretarlos.

Por lo tanto, si somos capaces de cambiar nuestros esquemas mentales, es decir, nuestros patrones de pensamiento, seremos capaces de generar estados emocionales más positivos, más funcionales y sobre todo acordes con la realidad.

Para ello, una de las posibles formas de intervención es la TRE (Terapia Racional Emotiva) que creó Albert Ellis y mediante la cual podremos cambiar la forma de ver estas distorsiones cognitivas y ayudar a tomar conciencia de la realidad a la persona/deportista implicado.


“Decide qué quieres pensar. La última decisión se encuentra en nosotros mismos.”

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