Nos encontramos en la recta final de la temporada, y es
más importante que nunca optimizar el rendimiento de nuestro equipo para acabar
consiguiendo los objetivos establecidos. Para ello, os propongo crear ciertas sinergias
positivas que faciliten alcanzarlos.
1. Si todavía eres
un grupo, conviértete en un equipo
Lo que diferencia a
uno de otro, es que mientras el grupo es un conjunto de personas unidas por y
para un fin concreto, el equipo, es un conjunto de personas comprometidas a conseguir
una meta. Es decir, los primeros no tienen cohesión interna y los segundos sí.
La cohesión de un equipo se consigue a
través de muchos factores, pero los más importantes son:
- Crear sentimiento de identidad y pertenencia.
- Los miembros del equipo deben sentir que tienen autonomía y que son importantes dentro del mismo, provocando que los objetivos colectivos sean asumidos como propios.
- Una buena relación social ayuda a mejorar la cohesión interna.
- Debemos encontrar líderes dentro del equipo y darles un papel protagonista.
- Definición y aceptación de los roles de cada uno de los miembros dentro el equipo.
- Potenciar la cooperación y el concepto de equipo por encima del individualismo.
2. Reposta gasolina
en el motor de la motivación
La motivación es la baza más importante
con la que contamos para exprimir nuestro rendimiento y por ende el de nuestro
equipo. Un equipo motivado es un equipo que siempre parte con ventaja respecto
al resto.
Hay que tener en
cuenta, que la motivación es una fuente intensa pero que se agota. Por ello,
debemos ir “renovándola”:
- Definición/redefinición constante de objetivos: hay que marcar una meta final, pero también muchas más metas a corto plazo que sean alcanzables y que se centren en la realización por encima del resultado de manera que esto favorezca la autoconfianza.
- Buscar y provocar pequeños retos diarios tanto a nivel individual como colectivo para conseguir que se superen constantemente.
- Jugadores contentos suelen ser jugadores motivados, y para eso, debemos entender la parte humana de cada uno de ellos. Además, tenemos que encontrar la forma y el momento de que se diviertan y disfruten en el campo.
- La referencia de mejora siempre es propia, es decir, nunca debemos compararnos con otros equipos, pero sí con nosotros mismos respecto a un tiempo anterior.
3. El líder es el
reflejo de un equipo
Conseguir que un
equipo esté cohesionado, motivado y tenga autoconfianza depende también en gran
medida de cómo se comporta el líder dentro del mismo.
Un líder debe inspirar a sus jugadores, debe ser un
reflejo en el que mirarse y modelo de conducta de lo que posteriormente va a
exigir.
Esta última clave debe
ser una reflexión propia para preguntarnos qué tipo de equipo queremos (empezando
a ser un referente para ello) y cuánto estoy dispuesto a dar para poder
provocar todo esto en los demás miembros que conforman el equipo.
No hay comentarios :
Publicar un comentario